H story, Nobuhiro Suwa, Japón, 2001 (111 min.) + Toda la memoria del mundo, Alain Resnais, Francia, 1956 (21 min.)
Sinopsis
Un director japonés (el
propio Suwa) rueda un remake de Hiroshima, mon amour de Alain Resnais, cuestionándose acerca
de la validez de sus imágenes y cuáles han sido las consecuencias que la
catástrofe tuvo en la memoria colectiva de una ciudad y de un país.
OJO:
La película es una indagación acerca de imposibilidad de la repetición mecánica
y las distancias del cine en relación con su propia historia (entre los códigos
narrativos y cinematográficos de la película de Resnais –en tanto exponente de la
emergencia del cine moderno– y los del cine contemporáneo), y en relación con
la Historia (entre el pasado traumático de la Segunda Guerra y el movimiento
perpetuo del presente que pasa). Por lo que se recomienda muy enfáticamente antes
de ver H story haber visto alguna vez Hiroshima, mon amour, para captar la naturaleza singular del diálogo que se
establece entre ambas.
***
El espejo roto
Por Jorge García
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnQQMMfcFDe-yei3XoMENF-a8o1y-PzuvBBTgh6RpMYxbIEdyFRAl5qmiZfQVy_Fu_xK6o_ekET3NkCyxARM1Gj4EW88J7f8cYbDemoo-FpsmwBbKwtOXcs2xrNbCtw8-6uFbPJPnLdhcR/s400/hph2.jpg-r_760_x-f_jpg-q_x-xxyxx.jpg)
Crítica de Marcela Gamberini:
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOw4P-tf-EFWTvchuEtol1u3DZz8hyphenhyphen6IBz9ruGuEFqsS8i6eTwDeT50GpT0PM4K4TgjbME1KTZv1jht0rplqh9dHvZsZWlgJrp6sGlfZkLL87_gDVczyU9I7yHFm4r28W7AR-sw9i4buG9/s400/snapshot20120822013036.jpg)
Puesta en abismo en H story de Nobushiro Suwa (selección de
fragmentos).
Por
Francisco Algarín Navarro
La
noción de intratextualidad […] debe
ser complementada con esta diferencia entre los cineastas que ponen en práctica
la mise en abyme para reflexionar
acerca de la creación cinematográfica y la idea de representación y aquellos
otros, como el caso de Suwa, que despliegan dos movimientos: uno hacia el cine
y otro hacia el mundo y el presente.
Aunque en la estructura de H Story
se podrían diferenciar claramente ambas direcciones, subyace una relación
mucho más profunda e inseparable entre el cine y, más concretamente, la
Historia. Por tanto, para Suwa, el fin no es el cine en sí mismo, sino las
(im)posibilidad de éste para ver y decir, en este caso, algo sobre Hiroshima. En H Story, la puesta en abismo es un vehículo para
mostrar las propias limitaciones en relación con el presente y el pasado. Es a
través de este objeto y de su resultado de dónde se extraen las consecuencias,
los caminos inexplorados que el cine debe transitar todavía. […]
[…]
En el propio título del film se establece una relación de paratextualidad con el texto de la película, las posibilidades del
cine para contar historias y la responsabilidad frente a la Historia. El
título, H story, puede desgranarse en
diferentes lecturas gracias a la falta de la vocal “i”: “History”, “story”,
“H(iroshima) story”,“Hiroshima´s History”. […] El título encuentra su eco al
comienzo del film donde, como señala Bouquet, se diferencia entre lo que se cree que es una historia y lo
que se sabe que es una ficción: “En el interior, está sin duda her story, pero no his history y tampoco la History”. Esa her story no es otra que la de la actriz, Béatrice Dalle, y
aplicado al caso, bien se puede decir que toda película es un documental sobe
su rodaje. Pero no hay lugar para la Historia y tampoco para la narración de
una historia, porque como dice Olivier Joyard, “la historia vivida cada día
fuerza el anacronismo de vivir”. H story
es, entonces, la crónica de una historia que se escapa por mucho que se intente
comprender, la imposibilidad tanto de hablar como de ver Hiroshima porque
pertenece al pasado. La elección de mostrar el rodaje supone también la
ocultación de lo que queda en torno a él, es decir, la ciudad de Hiroshima hoy
en día. “Si uno tratara de hacer películas sobre Hiroshima la idea de lo no
dicho se cancelaría, porque la historia llegaría a su fin. Yo prefería la
dialéctica de contar una historia en donde siga latente la idea del no decir”.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7xASBOJJkFQFgI9mYfP9TDCgyxduj3GogwWaUG0SCgJ1Nfkb91YbGCpD7sbTlhhpMQoDwP30nr7dFQeh4RnFagEAJ2jXF_99UOh5yrbnHVfQFMjt5fb79AemgmitVkDDVJ_dK65Uazt1I/s400/hph1.jpg-r_760_x-f_jpg-q_x-xxyxx.jpg)
[…]
H story sería el hipertexto de Hiroshima, mon amour. La propuesta de
Suwa nace de la necesidad de encontrar un interlocutor, una mirada extranjera
con la que el cineasta establece un diálogo. El hecho de que la película se
hubiera realizado cuarenta años antes –el mismo año en que Suwa nació– ofrecía
la posibilidad de dialogar no sólo con la película de Resnais, sino con todo el
cine moderno. A partir de su (conscientemente fallido) intento de realizar el remake de Hiroshima, mon amour, Suwa traza un gesto propio de la posmodernidad:
el naufragio del cine y su reconversión. […] el arte de la poética encuentra su lugar en la aparición de Suwa en
escena a mitad en una entrevista con Machida, su amigo escritor. El diálogo se
establece, entonces, como el propio texto del film. Suwa explica las razones
por las que se ha decidido a realizar el remake, es decir, la película que estamos viendo. También
le dice, en alusión a las imágenes de archivo de la película de Resnais:
“nosotros no tenemos nada de eso” –sin embargo, más adelante se descubrirá lo
contrario–. Las cuestiones que plantea Machida permiten a Suwa llevar la
conversación al terreno que le interesa, la comunicación no sólo entre las
imágenes de Resnais y sus propias
imágenes, sino a través de su palabra en primera persona, el “yo” del cineasta
puesto a sí mismo en abismo, al modo de los extras de un DVD. Sin embargo,
hasta este momento no se ha producido la cancelación del rodaje, como tampoco
se puede hablar todavía propiamente de un “hipertexto transformador”: Suwa simplemente
habla de la obsesión que siente por la película de Resnais. A lo que estamos asistiendo
en esta primera mitad es al making off del rodaje de una película
fantasmal que nunca se podrá ver. Como vaticinaba Godard en un intertítulo de La chinoise, lo milagroso de la puesta en abismo de H story, es que cada vez que se procede a la reproducción de la
película estamos ante un film en train de
se faire: la película se hace a la misma velocidad a la que la vemos, la
ilusión por un registro y una reproducción sincronizados, lo que garantiza
también la ilusión de “presencia” en la escena. Sin embargo, el diálogo de Suwa
no acaba ahí, pues que entre las imágenes de la película aparecerán imágenes de
archivo que muestran la ciudad de Hiroshima recién bombardeada. Como ha
señalado Ángel Quintana, uno de los caminos del cine-ensayo pasa por la autoconsciencia de la filmación y la reflexividad: Suwa se sirve de esta
forma para establecer un puente no sólo a lo largo de la Historia del Cine,
sino para llegar a la conclusión de que sólo el que filmó aquello estuvo allí,
sólo esas imágenes son reales. El
resto, en 1959, como hoy en día, no puede quedar más que como una
negación.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqw5k7p9bMXGyEjMUJTsQLTKfwQXgJ4CznklujkV9wSa5nKoEHmQxbpgyCYWFbi9JEeMgps64hHWcC1RS7jPTq_O9tTTF78qLxbK3DWTY8_WOOv-7aJ_JCDZh9LjmXIpU1onEjzMLuislr/s400/snapshot20120822013005.jpg)
La
puesta en abismo es la única forma de acercarse al film de Resnais y
desbordarlo. […] Dalle lucha contra el
texto, no está dispuesta a reconciliarse con él. Suwa da una serie de
indicaciones, pide “sentimiento”. En una ocasión, Dalle pide que corten el plano,
pero la cámara sigue grabando, lo cual revela el verdadero objeto –y el
artificio– de esta primera mitad puesta en abismo: en algún momento de la
película, aunque no lo veamos, sabemos que Suwa ha pedido que no se pare de
grabar. En cualquier caso, la estructura de espejos de H story ofrece interrogantes que no se pueden resolver, la realidad
y la ficción han perdido su frontera en la expresión de un rostro.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjesTCHpMecMC-eZA7_tE1aSnHzKM3LesCUEn20CrYFUDGj6X8qKIjPJnbFJkrdKCSha2__29v5rFYq6uSAnbHAyz-z1kqDy_wXt6OMu0ddkVoj9HGy_q11bZmfGtnOKd_GRWbPdB05heD3/s400/pdvd006bs3.jpg)
[…]
lo que interesa a Suwa es lo incompleto, lo inacabado, lo que todavía está por
hacer. Es un cineasta que rastrea el presente, por eso en la película aparentemente
no vemos el material remontado, sino el
bruto, un bloque de presente. Ahí se produce el inevitable choque con el texto de
Duras, un texto del pasado. Lo que Suwa muestra entonces a través de ese
“montaje en bruto” es, como en Garrel, el trabajo: el cine como vehículo de
(des)entendimiento, las decisiones que un cineasta tiene que tomar antes,
durante y después de la película y preguntas sin respuesta: ¿qué significa “tú
no has visto nada en Hiroshima” hoy en día? No es casual que al comienzo del
film estas frases aparezcan en intertítulos en la pantalla, y no pronunciadas
por los actores. […]
Si
Dalle pronunciase su texto de Hiroshima,
mon amour, se estaría hablando de nuevo sobre Hiroshima, pero con un texto
del pasado, sin tener en cuenta ni los cuarenta años que hay de diferencia ni
el punto de vista a adoptar con respecto a 1945. Llegados a este punto la
película se rompe en un shock
natural, como si la misma Dalle hubiera decidido libremente liberarse de
su fatiga y de la pesadez de su cuerpo. En los largos paseos de Dalle por la
Hiroshima de hoy en día, Suwa pretende reflejar el poder del choque y el
encuentro, una cierta idea de la esperanza de una liberación del pasado personificada
a través del cuerpo, el rostro, la mirada de la actriz. Entonces, Suwa se da cuenta
de que puede filmar los edificios de la ciudad, un puente, una galería
comercial o las ruinas, pero solamente desde el presente y desde la mirada de
una extranjera. Dalle se siente indiferente ante las explicaciones de la guía en
el museo porque esos objetos pertenecen a un pasado que pesa demasiado. A
diferencia del aquel museo de Hiroshima,
mon amour, ahora las obras tienden
hacia la abstracción.
[…]
El rodaje de la película se ha suspendido y ha quedado en el olvido. […] El
diálogo desde el interior del cine ha
resultado imposible, no quedando otra solución que salir a las calles de
Hiroshima para filmar la ciudad. Este desplazamiento provoca la necesidad de
replantear el sentido de la primera mitad de la película en torno a los
conceptos de documental y ficción. Gracias al “montaje en bruto”, pudimos
mantener en algún momento la creencia de que lo que veíamos era algo parecido a
un documental de la realización de un film. Ahora sabemos que ese film no existirá
jamás. Las imágenes adquieren en el recuerdo una dimensión espectral. Esos espacios
interiores en los que se han rodado las escenas toman la dimensión de una cárcel
frente a la playa de Hiroshima. Una vez más, el cine plantea el conflicto que
se establece entre la belleza del presente y los lugares del horror del
pasado.
Gracias
a esta fuga, Suwa pretende hacernos creer que la visita a la ciudad es lo real,
mientras que la puesta en abismo formaba parte de la ficción. Sin embargo, el emplazamiento
preparado de la cámara en el momento en el que sale Dalle a fumar del edificio
donde se rodaba la película, o la imposibilidad de escuchar la voz de Suwa a través
del teléfono por el que habla Machida mientras se aleja de la cámara, nos recuerda
que ahora también estamos ante la más pura de las representaciones. La salida, en
el contexto de esta imposibilidad de la imposibilidad de hablar de Hiroshima, pasa
en el cine por el espacio concedido al azar, mientras que en el habla, pasa por
el silencio. Frente a los amantes de Hiroshima, mon amour, los de
H story apenas dialogan. El olvido es una muestra más
de lo inacabado, de lo incompleto.
Cuando el cine concede el espacio necesario al azar, no es preciso
pronunciar la palabra “acción” o golpear la claqueta. El mundo que rodea al actor
se encuentra entonces igual de activo que él. Alfonso Crespo ha señalado que
“quedaba nuevamente confirmado que la única salida posible era tratar con las
ruinas en el equívoco temblor del presente: cuando todo fracasa, emergen los
planos de la Hiroshima actual, ahí donde, en todo caso, habrá que luchar contra
el olvido de los monumentos convencionales”.
La
liberación final de H story no sólo
afecta a Dalle, sino a todo el equipo. Estas últimas secuencias son el
resultado de las reflexiones planteadas en la primera mitad de lapelícula. En
primer lugar, Suwa recurrió al diálogo desde el cine sin tener ningún éxito. Después,
buscó una mirada, un cuerpo extranjero para intentar entender un conflicto que era
japonés. Dejar de mirar al cine para empezar a mirar el mundo. H story es producto del dolor que
provoca la imposibilidad de comprender los restos del pasado en el presente, lo
que debe permanecer para no caer en el olvido: las ruinas como punto de fuga de
todos los fracasos. Un cine desde los escombros, el vacío, los blancos y el
silencio.
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